Fuiste mi primer amor.
El primero en sonreir, y en descubrir que sonreir no es un gesto, sino una consecuencia.
El primero que me enseñó que el mundo se abraza con los ojos cerrados.
El primero que me hizo aprender como vivir cada día dependiendo de otro, sin sufrir.
El primero que me hizo volar sin despegar los pies del suelo.
El primero en sufrir sin sufrir, en llorar sin lágrimas y en pensar sin pensar.
Fuiste la primera que me hizo pensar en que todo puede ser posible, que todo se espera, que todo llega, que todo avanza. Y que nada termina. Fuiste la primera que me hizo ver lo bueno de mí, y que dejó lo malo en segundo plano, de fondo. Fuiste la primera en articular la palabra "amor" en mi boca, la primera que por fin entendía mi razón y sinrazón. La primera en descubrir que las estrellas están cerca, y que el mar no es tan inmenso.
Fuiste la primera en un mundo avieso, torcido, extraño. Eres la primera a quien extraño, la primera a quien aún siento en los labios, la primera que desaparece y que yo lo noto.
Fuiste la primera. Y cuando recuerdo cuando me dijiste "Cuando seamos viejitos, si tú mueres primero, moriré de pena en un par de semanas". Lo recuerdo porque ahora, más que nunca, entiendo el porqué uno nunca debe hacer promesas que no puede cumplir.
Fue amor. ¿Qué duda cabe?