Una vez tuve un sueño.
Lo relegué, doblé en varias partes y lo guardé, esperando el mejor momento para desenfundarlo y disfrutar al máximo posible el sueño que tuve.
Una vez que lo saqué del escondite y lo abrí, el sueño se había resquebrajado y partido en varios pedazos pequeños, que se perdieron por entre medio de mis dedos...
¿Para qué guardé tanto algo que se llevó el más pequeño viento?